Basándome en la posición stand del Colegio Americano de Medicina Deportiva (ACSM) (2009), redactaré este post, ya que sintetizan la importancia de la práctica de actividad y ejercicio físico en adultos mayores. Entendemos por adultos mayores aquellos de 65 años o más, o a partir de 50 que tengan ciertas limitaciones funcionales.
Con el avance de la edad, el deterioro funcional y estructural ocurre aún en ausencia de enfermedad, estos cambios impactan a la vida diaria y a la independencia; el volumen de oxígeno máximo (VO2max) y la fuerza se reducen, con cambios en la composición corporal. La actividad física no puede parar este proceso normal de envejecimiento, pero si lo mejora, limitando el desarrollo y progresión de enfermedades crónicas, alargando el tiempo hasta la dependencia, y mejorando a nivel psicológico y cognitivo; por lo que los adultos mayores deberían de practicar actividad física de manera regular. Los beneficios evidenciados se reducen a dos modalidades de ejercicio físico: el entrenamiento cardiovascular y el de fuerza.
Los cambios en la composición corporal que acontecen con la edad impactan negativamente en la salud y función física. La distribución de grasa cambia a otra distribución más centralizada y de grasa visceral, la cual está incluida como un factor de riesgo cardiovascular y metabólico; además de condiciones degenerativas musculoesqueléticas como osteoporosis, artritis, y la pérdida de masa muscular o sarcopenia. El ejercicio físico de manera regular modifica estos riesgos y aumenta la esperanza de vida, aunque las mejoras en los programas de entrenamiento son inferiores que en las poblaciones más jóvenes, y con una menor tolerancia al ejercicio físico.
La edad avanzada se asocia a una disminución de la actividad física y el ejercicio físico, tanto en volumen como intensidad. Las actividades más populares en esta población suelen ser de baja intensidad, como andar o actividades aeróbicas de bajo impacto. Pero, se sabe que es la combinación de entrenamiento aeróbico y entrenamiento de fuerza las formas más efectivas para contrarrestar los efectos perjudiciales del envejecimiento y el estilo de vida sedentario para la salud, el buen funcionamiento del sistema cardiovascular y musculoesquelético.
Los adultos mayores físicamente activos tienen un menor riesgo de depresión y declive cognitivo que los sedentarios.