Remontarme 20 años atrás es trasladarme hasta mi infancia, los años de colegio. Yo era una niña gordita, a la que le costaba bastante seguir el ritmo de una clase de gimnasia y que no estaba nada a gusto con su cuerpo, me sentía el patito feo de la clase, llena de complejos y falta de confianza. Un día la profesora de educación física me suspendió, aquello me dolió muchísimo… porque hacía mi esfuerzo, pero mientras las otras niñas tenían destrezas, yo al estar pasada de peso no podía dar volteretas ni hacer el pino, ni correr… Mis padres fueron a hablar con aquella profesora y me pusieron a dieta, y yo a escondidas empecé a hacer horas y horas de ejercicio. Y así es como empecé mi primera dieta y el deporte hasta hoy…
Mi padre fue un gran ciclista, mi hermano también, de ellos aprendí que había que apretar dientes cuando ya no podías más y que no había gloria sin sufrimiento. Y de siempre me había gustado el deporte.
Mi entrenamiento en la adolescencia se reducía a cardio, cardio y más cardio… excesivo… correr durante horas…. Quería conseguir el cuerpo Fitness de la primera mujer que vi con abdominales, pero no sabía cómo. Hasta que una profesora, competidora de culturismo, vio en mí tesón, constancia y quiso meterme en camino. Con 15-16-17 años hacía mis primeras pesas, ya de aquellas mi bíceps era grande, tenía facilidad para crear músculo para lo poco que comía. Lo dejé al llegar a la universidad por aquello de que las mujeres no tienen músculo ni hacen pesas y me dediqué a seguir con el aeróbico y empezar a formarme en dietas, entrenamiento… que era lo que verdaderamente me gustaba y no las carreras de economía y administración de empresas que me habían impuesto. Iba a la biblioteca y en vez de coger los libros de economía cogía de deportes…y así pasaron los años. Mi pasión hacía en entrenamiento, la salud y el cuerpo iban aumentando.
Ya a estas alturas sobre 21 años, mis cualidades y valores como atleta eran marcadas, no sé si por la constancia de los años, pero era capaz de estar horas entrenando sin cansarme y con unos tiempos por kilómetros y distancias alucinantes. Entrenaba 3 horas al día, la gente desde fuera lo veía como un castigo al que me sometía y me preguntaban si me pasaba algo, lo veían como una obsesión. Yo no concibo mis días sin entrenar, el deporte es mi vida, mi pasión y ahora mi trabajo.
Hasta los 23 corría, me hacía 20kms al día, con unos tiempos impresionantes, me gustaba ir al circuito y jugar a adelantar a todos, y tenía ilusión por competir en atletismo o triatlón, pero en ilusión se quedó, porque un cuerpo al que sometes a ese desgaste excesivo y que no alimentas… por algún lado revienta y así fue que me lesioné.
Para salir de la lesión necesitaba crear musculatura en las piernas, fortalecerlas. Las rodillas ya me dolían de tal desgaste. Y así fue como por obligación comencé con el maravilloso mundo de las pesas de nuevo, para no dejarlo. Los primeros 5 meses ya vi unos cambios brutales en mi cuerpo, y cada día más fuerte, ver que cada día eres capaz de dar más de ti… era una situación satisfactoria.
Y sin quererlo por constancia, disciplina y cabezonería he ido creando el cuerpo que tengo a día de hoy, soy una pequeña rata de gimnasio, y cómo no voy a serlo, si cada día cuando te levantas te ves mejor. He conseguido hacerme fuerte, a levantarme si me caigo, a avanzar despacio pero con pie firme, a ver que es una lucha constante sin despistarse, que nada se regala y que tienes que ser tu misma tu apoyo incondicional; pero también he aprendido a ayudar al que lo necesita, empujar si hace falta, he aprendido muchas cosas, muchos valores y entre ellas a ser tolerante, a no hacer daño a nadie, a respetar y hacerme respetar, a que cada piedra del camino no es más que un trozo de escalera.
He seguido mi formación hacía lo que me gusta, mi pasión por el entrenamiento y la nutrición, por la transformación del cuerpo. A día de hoy ya no tengo la vista puesta tanto en mi cuerpo y si en el de mis clientes, ellos son mis pasos y mi ilusión, son mi motivación. Me apasiona mi día a día, lo que hago, me voy al gimnasio, monto rutinas, invento ejercicios, dejo mi esencia puesta en cada entrenamiento que hago para que ellos cuando los hagan se motiven, les encanten. Es una sensación indescriptible ver cómo te adoran por lo que haces, es recoger el fruto de todos mis años de camino y lo que me queda… esto es sólo un comienzo.
La motivación siempre me ha sido fácil encontrarla, aunque sea la buscas en una canción, pero hay ciertas épocas en las que la vida te pone a prueba, tienes que parar un poco, respirar profundo, pero sigo y sigo luchando, por lo que soy, por lo que he hecho conmigo, porque he sido mi creadora, mi ayuda, mi guía, mi entrenadora y mi coach, la mujer que se hizo a sí misma. Y por supuesto tengo muchas expectativas de crecimiento, de seguir progresando, y como persona tengo claro de que debo ser ese tipo de persona que te gustaría conocer y hasta ahora la vida ha sido un ensayo, ahora toca empezar a vivir de verdad con la felicidad como único fin.
¿Podría haber sido un camino más fácil? Podría, pero entonces no sería yo.