La razón principal para realizar ejercicio de resistencia al fallo es maximizar el reclutamiento de las unidades motoras, ya que primero se fatigan las unidades motoras de umbral más bajo y posteriormente las de umbral superior. Una vez que todas las unidades motoras se han fatigado ocurre el fallo, que es la imposibilidad de realizar un levantamiento o producir durante más tiempo la fuerza necesaria para terminar la concéntrica más allá de un punto, como resultado de la fatiga muscular acumulada.
EMG parece ser mayor durante el ejercicio de resistencia al fallo en intensidades del 75-80% 1 RM en comparación con el de baja intensidad al 30% 1 RM. Igualmente, sin fallo EMG es superior con cargas altas (González et al. 2017).
En uno de los estudios incluidos en la revisión de Davies et al. (2016) se muestra un aumento de la sección transversal del músculo sin diferencias entre los grupos que llegaban al fallo como en los que no lo hacían.
También el estudio de Sampson y Groeller (2015) muestra que el entrenamiento sin fallo puede provocar las mismas ganancias que con fallo; y que la acumulación de metabolitos y hormonas endógenas elevadas que provoca el fallo no son necesarias para obtener importantes cambios a nivel neural u estructural en el músculo; aunque incremente el estrés metabólico, la fatiga asociada puede disminuir el reclutamiento posterior. Hay múltiples vías para promover la hipertrofia sin necesidad de recurrir al fallo, aunque en las cargas bajas parece ser necesario.
Se ha sugerido que la realización de series hasta el fallo aumenta el riesgo de lesión por sobreuso y sobreentrenamiento. Se aconseja solo su uso puntual en individuos avanzados, restringido a las últimas series.