¿Cuándo llega el momento de cambio de una persona?, llega cuando ha tomado una decisión radical de cambio. La vida cambia por decisiones, nada cambia por casualidad. El problema es que a veces estamos esperando a que las cosas ocurran, que alguien nos rescate, que algo mágico pase; pero somos cada uno de nosotros los que tenemos que hacer que las cosas pasen.
Pero en determinadas ocasiones no reaccionamos hasta que no hemos tocado fondo, ese momento de “ya no puedo más”, cuando te duele lo suficiente, o cuando estás harto de no cumplir tus sueños, de vivir una vida conformista… en ese momento de estar harto de estar harto, es cuando uno toma una decisión que no es un “me gustaría”, sino una decisión firme y real, que marca un antes y un después. Ese momento en el que la vida nos aprieta es justo el punto de salida a la transformación.
La mayoría de las veces no tomamos decisiones por no fallar o fracasar, por miedo a la responsabilidad, porque creemos que no vamos a estar a la altura, porque nos acojona lo que viene. Por eso a veces estamos esperando, y esperar es estancarse. Si quieres tener el control de tu vida tienes que tomar decisiones, aunque te equivoques una y otra vez, porque las peores decisiones son las que no se toman, que te llevan a donde no quieres estar.
La mayoría de las decisiones se toman más por dolor, porque nos hemos visto entre la espada y la pared, y tienes que dar el salto. Pero para después seguirlas necesitas atarte a un por qué. Si no tienes un por qué, un sueño o algo a lo que aspirar, esa energía se va agotando, esa ilusión se te pasa; necesitas ese compromiso que te ate a tu decisión, tener el resultado en mente, tener claro que el esfuerzo no motiva y que vas a tener que esforzarte y mucho.
Cuando tengas ganas de abandonar, tienes que acordarte de por qué empezaste un día y que lo que no cambia muere.
Para llevar a cabo la decisión se necesita cambiar, ya sean hábitos, manera de pensar, comportamiento… Vas a tener que aprender y mejorar para convertirte poco a poco en esa persona capaz de generar esos resultados que buscas. La responsabilidad de tu propio éxito o fracaso sólo depende de ti; ese peso gigantesco recae sobre ti y es una presión brutal; pero la vida es así, como una sentadilla pesada que recae sobre tus hombros y tienes que levantarte para demostrarte de lo que eres capaz.
Esa presión brutal nos puede llevar a conflictos emocionales, nos juzgamos, nos criticamos, no nos sentimos capaces. Buscamos cierta seguridad, pero hoy en día la única seguridad que existe es la tuya propia, sentirte capaz de realizar cualquier reto.
Los miedos están, pero no son reales, son una mentira que nosotros mismos nos creamos, imaginando posibles situaciones desastrosas, expectativas negativas. Pero estos no son malos, son energía que tenemos que aprender a transformar y que nos ayude a pasar a la acción, y que cuando les plantas cara se disipan.
Uno de los grandes enemigos del cambio es la película que nos contamos, la interpretación de nuestra vida, que nos lleva a justificaciones y a excusas, nos inculpa de responsabilidad. Estamos encadenados a esa historia y para construir lo nuevo tienes que abandonar esa canción pasada de moda, para que el pasado no condicione tu futuro.
Si uno quiere conseguir algo, tiene que mantener el enfoque en lo que se quiere, dirigir la atención a lo realmente importante, a aquello que te hace crecer y te saca luz día tras día.
A veces uno toma pequeñas decisiones que se convierten en el comienzo de algo súper bonito.
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Ídem genial