La comida trampa o cheat meal es una salida calculada o planificada para romper nuestra dieta habitual, un permiso a modo de recompensa por hacer las cosas bien el resto de los días de la semana; suponiendo que teniendo esta comida libre, puedes ceñirte mejor al plan los demás días, sin pecar, sin extras, siendo más estricto. La frecuencia con la que suele darse es semanal, aunque si el objetivo de la dieta es la pérdida de grasa, este puede verse totalmente boicoteado por la compensación calórica.
Los alimentos que se ingieren en la comida trampa, tanto la calidad como la cantidad, dependerá de los gustos individuales; aunque la mayoría de las veces suelen ser alimentos que no encajan en un plan de dieta típico, comida chatarra, dulces o comidas con muchas calorías.
Lo que sí tiene que quedar claro es que no es una estrategia de ayuda metabólica o que favorezca al metabolismo, es sólo un descanso mental, un alivio psicológico a corto plazo. Los defensores de esta estrategia a menudo teorizan engaños a nivel hormonal, de leptina, de hormonas tiroideas… pero no es cierto, no hay evidencia científica que apoye a esta teoría.
La estrategia de comida trampa puede funcionar para algunas personas, pero para otras no servir, o ser perjudicial o contraproducente. Aquellos que de por sí tienen dificultades para regular la alimentación emocional, poner un sistema basado en la comida como recompensa no es la mejor opción; o que fomente un comportamiento alimentario compulsivo, con atracones, o fomentar tendencias alimentarias desordenadas.
Lo ideal sería que la comida trampa se abordase de manera saludable y sin ignorar señales de hambre y saciedad; por ejemplo: salir a comer fuera, elegir cosas saludables, mantener el control de la ingesta y no que sea el típico comer cosas no saludables hasta reventar, entrando en la más absoluta pérdida de control (te comes una croqueta, no 20…). Si te gusta lo que comes, no echas de menos ninguna comida trampa, no echas de menos lo que no comes, quizás la hagas por el placer de sociabilizar, salir a comer fuera y romper la rutina….
Así que implementar en la dieta la estrategia de comida trampa dependerá de la persona y objetivos. La mejor dieta es aquella de estilo de vida que te permite realizarla sin esfuerzo. Si algo te requiere esfuerzo y continuamente piensas en romperlo… algo falla. No puedes hacer la comida trampa y sentir esa sensación de “lo necesitaba”. Realmente, aquellas personas que mantienen en el tiempo una buena composición corporal o el six pack es porque tienen muy adquiridos unos hábitos saludables, su estilo de vida les encanta y le encaja (aquí agrego yo: como en casa no se come en ningún sitio y lo mal que lo pasas cuando vas de viaje).
Mantenerse entre semana haciendo el “sacrificio” de comer cosas que no gustan no es un requisito para alcanzar objetivos de salud o pérdida de peso. Ejemplo: odias el brócoli, la pechuga y las tortas de arroz, y te tiras toda la semana comiendo eso, de modo que estás deseando que llegue el finde para engullir comida chatarra ad libitum. A lo mejor llegas a tu objetivo de pérdida de peso, pero es dudoso que puedas mantenerlo en el tiempo. Incorporar alimentos que te gustan en tu día a día es la mejor herramienta, además esta será la mejor herramienta para tener autocontrol en tu comida trampa.
Erróneamente tendemos a pensar que cuanto menos nos guste la dieta, más sobria sea, más nos cueste hacerla… esta nos llevará al triunfo y normalmente es lo contrario. Pero esta idea está bastante arraigada gracias a las dietas extremas e innecesarias que solemos ver en malas preparaciones a competiciones fitness. Una vez más el ego nos dice que “cuanto más nos cuesta, mayor es el logro”, el metabolismo no funciona como el ego.
Así que si te has decidido por cambiar los hábitos, por comer saludablemente, no empieces con la idea en la cabeza de que dentro de 6 días vas a comer todos los antojos que hayas tenido toda la semana; comienza pensando que cada día te lleva a tu objetivo, que te reconforta el hacer bien tus cosas día a día; y como consejo te diría que no te despegues de tu plan hasta pasadas varias semanas, cuánto más rígido puedas ser al principio más pesarán los beneficios que obtienes y menos posibilidades a tirar todo el esfuerzo por la borda tendrás.
Si puedes haz un conteo de los macros de la comida libre, quizás ello te haga consciente del salto y lo que ello supone. Por ejemplo: te tiras toda la semana con un déficit ligero de 300 Kcal. Llega el sábado y te comes 1/4 de pizza de domino’s y un gofre: Ya tienes tu déficit semanal en 0, tu esfuerzo se ha esfumado en 30´ y lo peor es que quizás no te ves avances y te castigas psicológicamente porque tu esfuerzo diario no se nota.
Como siempre: sé coherente, sé consciente y consecuente.
Un saludo y gracias por leer hasta aquí :).