La piel es el órgano más grande del cuerpo, con una superficie aproximada de 2 metros y un peso alrededor de 5kg. Su función principal es hacer de barrera entre el cuerpo y el entorno, y posee tanto roles estéticos como los propios de su función, que dependen de su estado o condición en la que se encuentra; por lo que debemos cuidarla.
Está sometida constantemente a ataques mecánicos, físicos, químicos y oxidativos, propios de la vida, el metabolismo, respiración celular, y factores externos como el sol. Para poderse defender de estos ataques, mantenerse sana y en condiciones óptimas, el estilo de vida de la persona, con sus hábitos y la nutrición es de suma importancia.
La piel requiere de nutrientes adecuados, tanto en calidad como cantidad; ya que estos son suministrados a través de los capilares directamente a la dermis, y la epidermis se nutre por difusión. Las necesidades nutritivas no son diferentes a las del resto del cuerpo; se necesitan macronutrientes y micronutrientes, estos últimos juegan un papel importante en la proliferación celular y como antioxidantes.
Las proteínas son moléculas orgánicas formadas por cadenas de aminoácidos, presentes en todas las células vivas e indispensables para la vida y con multitud de funciones como la estructural, como enzimas, hormonas, transporte e inmunidad. La piel está formada en un 70% de una proteína llamada colágeno, en el que el contenido de lisina es importante; la lisina es un aminoácido esencial, es decir, que tiene que se aportado por la dieta, y cuando este falta se asocian sucesos como la pérdida del pelo.
La elastina es otra proteína muy importante de la piel, con función estructural , cuya función principal es la resistencia y elasticidad de los tejidos. En ella es importante otro aminoácido esencial, la leucina. Por lo que nos podemos hacer una ligera idea de la importancia que tiene el aporte proteico adecuado en la nutrición para nuestra belleza.
Por otra parte, los lípidos constituyen componentes esenciales de las membranas celulares y también son muy importantes en estrato córneo para hacer de barrera, como las ceramidas, el colesterol y otros ácidos grasos; que muchas veces cuando esta barrera está dañada se originan problemas en la piel que nos preocupan a nivel estético. Los lípidos además cumplen multitud de funciones, entre ellas podemos destacar su papel en el sistema inmune y la inflamación; por ejemplo, una deficiencia o desequilibrio de ácidos grasos insaturados se relacionan con psoriasis, acné u otros trastornos de la piel, y esto es un problema porque en la alimentación actual la cantidad de omega 6 supera con creces a la del 3 y debería de ser al revés. Por lo que prestar atención al equilibrio de ácidos grasos en la dieta contribuye a la belleza de la piel.
Los hidratos de carbono también son importantes a nivel estructural e inmunológico, como son los glucosaminoglicanos o las inmunoglobulinas, o siendo componentes esenciales de los ácidos nucleicos. De igual modo, su ingesta debe basarse principalmente en complejos y no debe ser excesiva por estar relacionado con problemas de acné y otros problemas de la piel, como atrofia o envejecimiento.
Los micronutrientes proporcionan un apoyo a la piel y mucosas, a la inmunidad y la producción de anticuerpos. Por tanto, parecen ser esenciales para mantener el correcto equilibrio en la piel y sus deficiencias se asocian a trastornos de la piel. Gracias a ellos la piel se renueva, se protege contra el estrés oxidativo que causa tanto daño y envejecimiento, protegiéndose de los ataques externos como las radiaciones UV, la contaminación… y proporcionan defensas.
El organismo normalmente no puede sintetizar las vitaminas (excepto D y K), con lo que tienen que ser aportadas por la dieta. Algunas como la B9 o ácido fólico ayuda a la proliferación celular cutánea y la renovación de la piel; deficiencias del grupo B se asocian a dermatitis y problemas de pigmentación. La vitamina A o retinol, parece regular el sebo, la queratinización, inmunomodulación y el pH de la superficie de la piel, y a nivel celular estos retinoides están estrechamente relacionados con la expresión de queratina, colágeno, laminina… afectando así a la diferenciación y proliferación de células epidérmicas. La vitamina C y E son antioxidantes muy importantes y eficientes en la protección de los rayos UVB, evitando el daño de estos en el ADN. La vitamina C también participa en la síntesis de colágeno.
Los oligoelementos son importantes para el funcionamiento de los antioxidantes; sin embargo, un exceso de estos puede provocar efectos tóxicos y prooxidativos. El equilibrio de estos es esencial para la salud; por ejemplo, un exceso de selenio provoca entre otras cosas, manchas blancas en las uñas, o una deficiencia de hierro se relaciona con la caída del cabello, o una deficiencia de zinc con erupciones cutáneas y acné, o piel áspera y seca. También el zinc ayuda a la cicatrización cutánea.
Los carotenoides tienen efectos fotoprotectores, lo que los hacen efectivos contra el envejecimiento; sin embargo, en exceso son prooxidantes.
Que la piel contenga una correcta hidratación depende de la calidad del estrato córneo y del manto hidrolipídico. El agua de la piel proviene del plasma sanguíneo y la piel lo retiene dándole un aspecto suave y liso. Queda en controversia que un mayor consumo de agua beneficie a la piel, ya que el volumen sanguíneo es el que es; pero los probióticos parecen mejorar la barrera cutánea, disminuyendo sus pérdidas de agua.
Suplementos y complementos alimenticios podrían ser útiles para personas que tengan alguna deficiencia, o en aquellos con problemas dermatológicos o estéticos. Como el uso de vitamina C, E, carotenoides y omega 3 desde 8-10 semanas antes de la exposición solar para protegerse de los daños solares.
El acné parece reducirse con una disminución en la ingesta de azúcar, dietas low carbs parecen funcionar bien con este tipo de problemas.
Sin lugar a duda, la nutrición afecta en la belleza de la piel, por lo que una dieta saludable y equilibrada ayudará a preservar su salud. El desequilibrio nutricional por aporte insuficiente, excesivo, o inadecuada ingesta de nutrientes, hábitos poco correctos como el alcoholismo, o inadecuada absorción o metabolización, genera cambios cutáneos que dan origen a problemas.
Bibliografía:
Krutmann, J. y Humbert, P. (2011). Nutrition for healthy skin: strategies for clinical and cosmetic practice. Springer.